CONTINUACION
Después de caminar bajo la lluvia, protegiendo la hoja envuelta en hule entre mis ropas humedecidas, llegue finalmente a aquel salón de tatuajes invisibles y atentos como espíritus, algunos traviesos, otros exigentes.
Somos tres o cuatro en el salón – o mas, no lo sabré nunca –, las lagrimas empiezan a brotar del cartón, el lápiz a callado, la tinta se seca en las hojas y sobre la mesa los doctos trabajan en dar vida a un cartón inerte, la goma de su creatividad batalla pero al final la tormenta nos da el rayo energizante, el texto a cobrado vida, las líneas se mueven en un claroscuro armónico, bueno eso lo decidirá el viejo de la montaña.
La posición debe ser importante, somos cuatro, uno en cada esquina del tablero de uno por uno y medio, digo que la posición es importante porque cuando el tiempo se detiene en nuestra mente y lo que sigue activo es lo indescriptible, entonces podemos llevar en las manos un ataúd hacia un lugar lejano gravado en nuestras frentes. Los siete metros se estiran como agua en la plaza central de la escuela, pero es un agua espesa, transparente y brillosa. Otras veces podemos llevar una doncella calida hacia el volcán de los sacrificios, sus muslos se sienten ricos y voluptuosos, sus pechos blancos de aureola rosada permanecen firmes y suaves, lo podemos comprobar por las miradas de los compañeros. Otras veces pareciera como si corriéramos con un trofeo que hemos robado a los organizadores y que es el que entregaran al primer lugar, corremos con una sonrisa inobjetable en la mirada. Por eso supongo que la posición debe ser importante, porque nunca sujetaríamos un ataúd como acariciamos a la doncella o tomaríamos a la doncella como al trofeo robado…¿o si?.
Somos tres o cuatro en el salón – o mas, no lo sabré nunca –, las lagrimas empiezan a brotar del cartón, el lápiz a callado, la tinta se seca en las hojas y sobre la mesa los doctos trabajan en dar vida a un cartón inerte, la goma de su creatividad batalla pero al final la tormenta nos da el rayo energizante, el texto a cobrado vida, las líneas se mueven en un claroscuro armónico, bueno eso lo decidirá el viejo de la montaña.
La posición debe ser importante, somos cuatro, uno en cada esquina del tablero de uno por uno y medio, digo que la posición es importante porque cuando el tiempo se detiene en nuestra mente y lo que sigue activo es lo indescriptible, entonces podemos llevar en las manos un ataúd hacia un lugar lejano gravado en nuestras frentes. Los siete metros se estiran como agua en la plaza central de la escuela, pero es un agua espesa, transparente y brillosa. Otras veces podemos llevar una doncella calida hacia el volcán de los sacrificios, sus muslos se sienten ricos y voluptuosos, sus pechos blancos de aureola rosada permanecen firmes y suaves, lo podemos comprobar por las miradas de los compañeros. Otras veces pareciera como si corriéramos con un trofeo que hemos robado a los organizadores y que es el que entregaran al primer lugar, corremos con una sonrisa inobjetable en la mirada. Por eso supongo que la posición debe ser importante, porque nunca sujetaríamos un ataúd como acariciamos a la doncella o tomaríamos a la doncella como al trofeo robado…¿o si?.
Continuara.
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